ROL EDUCATIVO EN LA EFICIENCIA ENERGÉTICA

Introducción

Cambiar las conductas y maneras de consumo energético en la sociedad requiere que la educación se oriente hacia la Agenda 2030 y el desarrollo sostenible. A partir de ahí surge la necesidad del estudio de estos temas en el proceso educativo de la escuela, ya que la misma constituye un aspecto fundamental para la formación de la cultura general e integral de todo ciudadano en el siglo XXI.

La educación actual debe hacer énfasis en la formación integral de los estudiantes a través de objetivos generales, los cuales se derivan gradualmente cada año  lectivo en los diversos grupos educativos y debe existir una correcta actitud hacia el medio ambiente, expresada en su modo de actuación en relación con la protección, el ahorro de recursos, fundamentalmente energéticos y el cuidado de la propiedad social.

El presente ensayo pretende abordar la importancia del sistema educativo en la formación del estudiantado, de manera que sean ciudadanos amigables y responsables con el ambiente

Desarrollo

La educación es uno de los mecanismos que facilita el aprendizaje y nos motiva hacer cambios en nuestra vida cotidiana. Desde pequeños imitamos las acciones que nuestros padres realizan, siendo el hogar nuestra primera escuela.

Desde que la raza humana tuvo conciencia de la energía esta ha sido utilizada consciente e instintivamente. Hasta hace aproximadamente unos 2000 años, el sol fue la primera fuente de energía conocida, la cual era utilizada, en la mayoría de los casos, de forma indirecta. El siglo pasado se vio invadido por una profunda revolución científico-técnica, que provocó un acelerado desarrollo de la humanidad. Es por ello, que desde diferentes partes del mundo alertan los problemas existentes en el medio ambiente producido por la acción del hombre, entre los que se destacan la producción y consumo de energía.

Por lo expuesto anteriormente el sector educativo tiene en sus hombros  una labor importante dentro la creación de un mundo sostenible y comprometido con la lucha contra el cambio en la mentalidad energética . Su objetivo es proporcionar la educación necesaria para la ciudadanía y contribuir en el desarrollo de la investigación de nuevas fuentes de energía y de consumo. De igual forma, este sector desempeña un papel crucial al servir como foro de debate y discusión, lo que promueve el progreso y el establecimiento de una sociedad justa e igualitaria.

La cultura energética según Pupo, N. (2002) es el conjunto de conocimientos, procedimientos, actitudes y comportamientos, relacionados con la energía, que permiten al estudiante el reconocimiento de sus formas y transformaciones en la naturaleza, comprender y explicar su valor económico, ecológico, social, tecnológico; el grado de desarrollo que en su empleo y producción ha alcanzado la ciencia y la técnica de la época en que vive, como sustento para informarse y ahorrarla conscientemente, en los diferentes contextos de actuación en que se desenvuelve; así como promover que las demás personas ahorren .

Es por esto que , cuando hablamos sobre el uso eficiente de la energía como educadores debemos comenzar hacer buenas prácticas para que los más pequeños se involucren, ya que enseñandolos no sólo nos ayudarán a ahorrar ,sino que aportarán a la sociedad su buena conciencia energética.

El consumo de energía es un indicador específico de una ciudadanía responsable que está estrechamente relacionado con las decisiones políticas generales relativas a la conservación del medio ambiente y al desarrollo económico. La comprensión de las decisiones políticas sobre el uso inteligente de los recursos energéticos requiere que los estudiantes aprendan en el aula los conceptos básicos de energía, medio ambiente y economía . Para lograr estos fines , los docentes deben estar empoderados y ser conscientes de esta necesidad, además de estar adecuadamente preparados en todos los temas que implica.

Los docentes se han enfocado en dotar a los estudiantes de habilidades transversales como el trabajo en equipo, la negociación, la capacidad de síntesis, la gestión del cambio, la multidisciplinariedad, entre otras. A su vez, hacen uso de técnicas de aprendizaje activo tales como la gamificación, los estudios de caso o el aprendizaje-servicio.

Trabajar por crear una cultura de ahorro, no solo tiene el beneficio directo que ello implica, sino también ventajas económicas y ambientales; pero, alcanzar una verdadera conciencia basada en dicha cultura, es una tarea que requiere de un gran esfuerzo educativo que no se logra únicamente a través de una campaña. De ahí, la necesidad de desarrollar desde edades tempranas, cualidades que convierten a cada ciudadano en fieles guardianes de la eficiencia energética, de modo que sea capaz de generar la energía necesaria en los lugares de primera necesidad. Una de las vías para lograrlo es partiendo del conocimiento de lo que consume cada equipo eléctrico y de las medidas para el ahorro y el uso racional de la energía.

Según la Agenda 2030, uno de los elementos que debe formar parte de la formación integral básica de los estudiantes es el relacionado con la educación energética, es decir, con el desarrollo de una actitud responsable y consciente para el cuidado y preservación del entorno escolar, comunitario y mundial, que se exprese en el compromiso ante la conservación del medio ambiente. De todo lo anterior expuesto se puede deducir que la educación energética se convierte en una necesidad vital para el desarrollo de la sociedad actual y futura y al mismo tiempo se presenta como una de las exigencias sociales a las cuales ha de responder la escuela de hoy desde su proceso educativo.

Por otro lado, el sector educativo también influye de manera positiva en la mejora de la sociedad a través de una gestión más sostenible. Por un lado, esto se consigue a través de la adopción de prácticas desde las propias instituciones. Algunos ejemplos de estas prácticas serían la eficiencia energética, la movilidad sostenible, la reducción de desperdicios alimenticios, entre otros.

De igual forma, a través de la educación se puede conseguir funcionar como catalizador de la colaboración entre entidades públicas y privadas para que se consiga mitigar los efectos del cambio climático.

Conclusión 

La educación energética como parte del proceso educativo en la escuela necesita de la apropiación de conocimientos, del desarrollo de habilidades, hábitos y de la formación de valores, de actitudes en función del logro de comportamientos responsables energéticos. Para ello se fundamenta la necesidad de su dinámica interdisciplinar, potenciando un estrecho vínculo entre las actividades docentes y las extradocentes, incluyendo los rasgos característicos de la educación para el desarrollo sostenible y su enfoque hacia la comprensión del sistema energético mundial y el planteamiento de soluciones prácticas en lo local.


Bibliografía 





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